Las últimas estimaciones de la OMS y la Organización Internacional del trabajo publicadas en Environment International concluyen que las jornadas laborales largas son la causa de cerca de 745.000 muertes por accidente cerebrovascular y cardiopatía isquémica en 2016.
De la cifra arriba mencionada cerca de 398.000 muertes fueron por accidente cerebrovascular y 347.000 por enfermedades cardíacas como resultado de haber trabajado al menos 55 horas a la semana. Entre 2000 y 2016, el número de muertes por enfermedades cardíacas debido al trabajo prolongado aumentó en un 42% y por accidente cerebrovascular en un 19%.
De ellas, el 72% de las muertes correponden al sexo masculino. La mayoría de las muertes registradas fueron entre personas que murieron entre los 60 y 79 años, que habían trabajado durante 55 horas o más por semana entre las edades de 45 y 74 años.
El estudio concluye que trabajar 55 horas o más por semana se asocia con un riesgo estimado de un 35% más de accidente cerebrovascular y un 17% más de riesgo de morir por cardiopatía isquémica, en comparación con trabajar de 35 a 40 horas a la semana.
Además, el número de personas que trabajan muchas horas está aumentando y actualmente representa el 9% de la población total a nivel mundial. Con la pandemia por COVID-19, la tendencia es que se aumenten las horas de trabajo. El teletrabajo tiene mucho que ver con ello. Los límites entre hogar y trabajo ya no están tan definidos. Lo que sí parece evidente es que trabajar 55 horas o más por semana es un grave peligro para la salud y pueden provocar una muerte prematura.
¿Por qué esta relación entre largas jornadas laborales y problemas de salud?
Dos factores principales impulsan estos números. Primero, el estrés psicológico de trabajar muchas horas puede causar respuestas fisiológicas, específicamente en el revestimiento vascular del tejido cardíaco.
En segundo lugar, las personas que trabajan hasta demasiadas horas tienen más probabilidades de participar en comportamientos poco saludables que aumentan el riesgo de enfermedades cardíacas, como no dormir lo suficiente, fumar, beber, comer de manera poco saludable y tener una mala condición física.
¿Qué se considera una jornada laboral larga?
Desde hace tiempo la regulación de las horas máximas de trabajo ha sido una preocupación a nivel mundial. Por tal motivo, el Convenio sobre las horas de Trabajo (industria) establece que las horas de trabajo de las personas empleadas no excederán de las 8 horas diarias y las 48 horas semanales (con algunas excepciones). En algunos países, sin embargo, la definición de jornada laboral prolongada depende de las reglamentaciones nacionales. Otros muchos países definen las horas de trabajo estándar como 35-40 horas / semana y trabajar ≥41 horas / semana como horas extraordinarias. Entonces ¿qué se considera una jornada laboral larga?
Los epidemiólogos ocupacionales a menudo clasifican las largas horas de trabajo en tres categorías analíticas de 41-48, 49-54 y ≥55 horas / semana, y las comparan con las horas de trabajo estándar (35-40 horas / semana). Después de que el tiempo de trabajo promedio disminuyera de manera constante durante la segunda mitad del siglo XX en la mayoría de los países, esta tendencia general a la baja cesó e incluso comenzó a revertirse en algunos países durante el siglo XXI (Messenger, 2018). A medida que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación revolucionan el trabajo, se prevé que el tiempo de trabajo aumente aún más para algunas industrias (Messenger, 2018).
Lo que es evidente es que las jornadas laborales largas van en contra de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) vinculados con la seguridad y la salud en el lugar de trabajo
Mejora de la Salud Laboral vinculada a las horas de trabajo: ¿Cómo?
Además de la importancia obvia de reducir las horas totales de trabajo, las formas en que estos horarios estén estructurados también es de gran importancia. Buscar una mayor flexibilidad en los tiempos de trabajo puede ser mutuamente ventajosos para trabajadores y empleadores. Mejorar las condiciones de trabajo y permitir que los trabajadores tengan un mejor equilibrio entre el trabajo remunerado y su vida personal, mientras que simultáneamente los empleadores adaptan mejor su fuerza laboral a las fluctuaciones en la carga de trabajo permitirá obtener beneficios adicionales a ambas partes. Además de conseguir empresas más sostenibles, con menores tasas de absentismo, mejor captación y retención de talento y por supuesto mayor productividad.